lunes, 18 de octubre de 2010

SOLO AYER


Ayer morí,
morí en alma y espíritu,
con las últimas palabras de aliento, un resoplo y a volar.
Morí enganchada en palabras que no logré decifrar
en dulzuras que ya no oía pronunciar
y mil voces en mi cabeza taladrando tu nombre.
MORÍ DE TI,
morí de buscarte de nuevo donde ya no estabas,
donde tu cuerpo era lo único que quedaba,
morí contigo,
me enganche a tu alma y me abrace a ti para que de un despojo los dos cuerpos,
uno sobre el otro, sobrevivieran al naufragio del olvido,
sobrevivieron siendo otros,
cuerpos que ya no estaban unidos por nada,
cuerpos que en alma habían sido una sola esencia.
Hoy no son nada.
Morí,
y sin embargo aún muero cada día
de saber que ese cuerpo alguna vez albergo un alma que me hizo suya.

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