lunes, 14 de junio de 2010

VOCACIÓN

Despertó como cada noche, lista para su rutina, tenía resaca de esa que te provoca sed desbordada, pero no era precisamente sed de bebida, ni mucho menos resaca de alcohol. Todo el ritual nocturn0, elegir el vestido: nada difícil pues la oferta solo ascendia a tres modelos, zapatos: su único par, lo mas revitalizante consistía en llenarse la cara de maquillaje, se sentía otra, como si al tocar la mejilla con el polvo la mujer de día se quedara colgada en el perchero. Tomaba su bolsa y echaba lo indispensable: un lapiz labial (rojo), una navaja, unas cuantas monedas, espejo y dos o tres condones (no faltaría algún despistado).

Veinticinco minutos para que aparezca la primera presa (les decía así solo para convencerse de que era ella quien los elegía) un ligero roce en el brazo y ambos avanzaban hombro con hombro, sin hablarse, cosa extraña, un desconocido que terminaría siendo uno mas en la lista de sus principes azules. La habitación para él era lo de menos, para ella casi un santuario, prefería que fueran sus manos fuertes las que la despojaran del lindo atuendo que había escogido, él nisiquiera lo notó, eran mas sus ganas, su instinto. Ella se quito el vestido muy a su pesar, a menudo así pasaba, pero disfrutaba del mismo modo y con las mismas ganas que él, poco paso cuando ya tenia el vestido de nuevo, él ya sabía la tarifa era de los mas frecuentes. La dejó en el buró y salió, ella fumo un cigarrillo antes de salir de nuevo, costumbre, y sin embargo salía contenta, tan orgullosa y ansiosa de contarlo con sus demás compañeras de trabajo.

Lo quería y lo tuve les decía con una gran sonrisa en los labios - cuantos quieren para hoy, era toda una maestra en el asunto, desde los 12 su padre le dijo: o te pones a estudiar o te pones a trabajar, ay te aviso que pa trabajar aquí nomás de puta. Casi como si le hubieran abierto las puertas de su destino, no lo pensó dos veces, esa era su vocación, su deseo mas anhelado le estaba siendo puesto en oferta.

Pasados 29 años de aquella advertencia de su padre, parada en la misma avenida de siempre, otro vestido, otros zapatos y sólo seis en la lista de principes azules desde ya hace semana y media y no le asustaba decir aún que era lo mejor que lo podía haber pasado.

No hay comentarios: